Murallas de Pamplona
Localización: Capital de la Comunidad Foral de Navarra. España.
Extensión: 5km
Fecha: S.XV-S.XVIII
Las tareas continuaron durante los siglos XVII y XVIII, en los que se trabajó sobre todo en los frentes exteriores: el Fuerte de San Batolomé en la Media Luna; el Rebellín de los Reyes y los baluartes bajos del Pilar y Guadalupe como posición avanzada de los bastiones del Redín y Tejería; la luneta de San Roque en la Taconera y el Fuerte del Príncipe en Larrabide.
Extensión: 5km
Fecha: S.XV-S.XVIII
Las Murallas de Pamplona muestran ser uno de los recintos amurallados con más interés en España. Del recinto levantado entre los siglos XV y XVIII se conservan en la actualidad tres cuartas partes. Tras la unificación de los tres núcleos primitivos en 1423 con la promulgación del "Privilegio de la Unión" por Carlos III el Noble, los recintos amurallados de la Navarrería, el Burgo de San Cernín y la Población de San Nicolás fueron derribados. A partir de ese momento se llevó a cabo la fortificación exterior de la ciudad, dando origen a una única plaza fuerte con cuatro frentes, reforzada por torreones e iglesias-fortaleza y en sus lienzos se abrían varios portales.
A partir de 1512, tras la conquista de
Navarra, se realizaron importantes tareas destinadas a convertir Pamplona en
una plaza inexpugnable. Los ingenieros castellanos reconstruyeron partes de
la antigua muralla medieval en la Magdalena, el Redín y Rochapea,
suprimiendo las torres y levantando en los ángulos recios baluartes de poca
elevación con arreglo a las técnicas defensivas de la época.
En 1542 el emperador Carlos
V visitó la ciudad y ordenó ampliar y completar las defensas de Pamplona. Desde
entonces las obras de fortificación fueron continuas, con la construcción de
portales, lienzos, defensas, etc.
Carlos V
estableció, mediante cédula en 1543, que las zonas próximas a las murallas
debían estar exentas de construcciones para que, en caso de guerra, no pudiera
parapetarse el enemigo. Además, como Pamplona era una plaza militar muy
importante para las guerras de España con Francia, se necesitaba hacer una gran
fortaleza.
A esas
indicaciones se unió pronto en 1571 y por encargo de Felipe II la construcción
de una ciudadela que sustituyera al Castillo de Fernando el Católico que a
su vez había sustituido al castillo “Viejo”. Con el advenimiento de la
artillería, las ciudades fortaleza eran vulnerables, por lo que se requería,
aparte de un ejercito profesional, fortalezas alejadas de las ciudades,
establecimiento de bastiones en vez de muros, y colocación de entrantes y
salientes para mejor batir al enemigo.
La
construcción sigue el diseño de la más avanzada arquitectura militar
renacentista. Se iniciaron las obras en 1571, bajo la intervención del virrey
Vespasiano Gonzaga y Colonna ,
marqués de Sabioneda y duque de Trayetto, según los planos del ingeniero militar italiano Giacomo
Palearo, apodado “el Fratin” según los modelos de Amberes y Turín, conforme a la
escuela italiana de Francisco Pacciotto de Urbino. Sobre
la puerta principal del recinto se lee una inscripción alusiva al mismo.
El pentágono se encontraba en el grupo de figuras
geométricas consideradas por el pensamiento renacentista como perfectas, por lo
que la Ciudadela de Pamplona forma parte de una serie excepcional de obras que
plasman genuinos principios renacentistas. Por ello a esta construcción
defensiva se le emparenta con obras civiles tales como el palacio Farnesio
de Caprarola de Antonio de Sangallo el Joven y de Vignola.
Las tareas continuaron durante los siglos XVII y XVIII, en los que se trabajó sobre todo en los frentes exteriores: el Fuerte de San Batolomé en la Media Luna; el Rebellín de los Reyes y los baluartes bajos del Pilar y Guadalupe como posición avanzada de los bastiones del Redín y Tejería; la luneta de San Roque en la Taconera y el Fuerte del Príncipe en Larrabide.
Las necesidades urbanísticas llevaron al derribo de parte del recinto
amurallado a comienzos del siglo XX para construir el Segundo Ensanche de
Pamplona, que afectó en el frente sur de la Plaza Fuerte a los baluartes de
San Nicolás y de la Reina. También se autorizó el derribo de los portales de
Rochapea y Tejería, así como el derribo parcial y ensanchamiento del resto,
a excepción del Portal de Francia (1553), que es el único que se conserva
íntegro.
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